Rocio San Miguel: Una mujer valiente en manos de la Injusticia

Rocío San Miguel no es solo una activista. Es una madre, una hija, una mujer valiente que ha dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos y a la transparencia en el sector militar venezolano. Su voz ha sido un faro en medio de la oscuridad, una voz incómoda para un régimen que teme a la verdad.

El pasado 9 de febrero, Rocío fue secuestrada por las fuerzas de seguridad del Estado venezolano. Desde entonces, ha sido desaparecida forzosamente, incomunicada, aislada, y sometida a un proceso completamente arbitrario, sin acceso pleno a su defensa ni a su familia. Junto a ella, también fueron detenidos varios miembros de su círculo íntimo, incluyendo a su hija.

¿Su crimen? Decir la verdad.

Denunciar lo que otros callan. Ponerle nombre y rostro a la represión, al abuso de poder, a las violaciones sistemáticas de los derechos humanos en Venezuela.

El silencio impuesto sobre su caso no ha podido apagar la indignación ni el amor con el que cientos, miles, seguimos gritando su nombre. Porque a Rocío no la callan ni la borran: su legado, su lucha, y su ejemplo siguen vivos en cada persona que exige justicia.

Hoy exigimos más que nunca su libertad inmediata e incondicional. Exigimos que se respeten sus derechos, su vida, su dignidad. Porque nadie debería ser castigado por ejercer su derecho a la verdad.

Venezuela necesita voces como la de Rocío San Miguel. Voces que incomodan al poder, pero que iluminan el camino de quienes aún soñamos con un país libre y justo.

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