Hoy se cumple un año desde que el periodista y activista venezolano Roland Carreño fue detenido arbitrariamente por el régimen de Nicolás Maduro. Un año sin libertad, sin juicio justo, sin respeto por sus derechos fundamentales.
Su único “delito”: informar, denunciar y ejercer la política desde la verdad y la conciencia ciudadana.
La detención de Roland no es un hecho aislado. Es parte de una sistemática persecución contra la prensa libre y la disidencia en Venezuela. Su caso representa el miedo de un poder que no tolera voces críticas ni miradas independientes.
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