Nuestra novel de la Paz

Hoy se abre un nuevo capítulo en la historia de Venezuela, uno que nos llena de orgullo y nos da aliento: María Corina Machado ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025, un reconocimiento inmenso no solo para ella, sino para todo un pueblo que no ha dejado de luchar.

Este premio no cae del cielo; llega después de años de resistencia, de sacrificio, de noches sin dormir, persecuciones, exilios y censuras. Machado ha sido reconocida “por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.

Pero este Nobel, más que para ella, es para nosotros: para quienes seguimos creyendo en la dignidad, aun cuando pareciera que todo está en contra; para quienes hemos guardado la esperanza en el corazón a pesar del hambre de justicia; para quienes hemos gritado en silencio o en voz alta que queremos paz, libertad y democracia.

Porque este reconocimiento internacional es una luz potente que atraviesa la oscuridad: nos recuerda que no estamos solos, que el mundo nos mira y reconoce nuestra verdad. Nos confirma que el coraje civil cuenta, que la disciplina de la resistencia, la unidad y el deseo de un cambio real no son en vano.

Quizás ahora más que nunca tengamos que asumir la responsabilidad de honrar este premio. Porque recibirlo no basta: este premio debe impulsarnos a persistir, a renovar compromisos, a cuidar los valores que nos dignifican: la verdad, la justicia, el respeto a los derechos humanos. Debemos usar esta victoria moral como trampolín para exigir, con fuerza y con fe, la transición democrática como Machado misma lo dijo.

Y sí, duele ver lo que hemos perdido, lo que aún sufrimos; pero hoy se abre una puerta hacia lo que podemos ganar. Ganar libertad, ganar dignidad, ganar el derecho de decidir nuestro destino sin miedos, sin amenazas, sin rendiciones.

María Corina hoy nos da una razón más para creer. No solo en ella, sino en nosotros: en la fuerza del pueblo venezolano que jamás se aparta de su anhelo de justicia. Que esta victoria simbólica se convierta en victoria concreta: que pronto celebremos un país libre, donde la paz verdaderamente brote de la libertad, de la igualdad, del respeto mutuo.

Venezuela será libre. Y este Nobel sí lo demuestra: la victoria es posible.

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