Los días de Maduro están contados

Nicolás Maduro puede seguir aferrado al poder, rodeado de militares corruptos y cómplices del saqueo, pero la verdad es una: sus días están contados. Ninguna dictadura dura para siempre, y la suya se desmorona entre la miseria que sembró y el rechazo imparable de un pueblo que ya no tiene miedo.

Las recientes advertencias de Donald Trump no son meras palabras diplomáticas: son un recordatorio de que el mundo no ha olvidado los crímenes del régimen chavista. El mensaje es claro: la impunidad se acabó. Maduro y su círculo saben que el tiempo de los discursos terminó; ahora empieza el de las consecuencias.

Mientras Venezuela se hunde en la pobreza, el régimen se enriquece con el dolor ajeno, exportando migrantes, narcotráfico y represión. Pero cada acto de abuso los acerca más a su final. La historia es implacable con los tiranos, y el destino de Maduro será el mismo que el de todo dictador: caer, solo y repudiado.

El pueblo venezolano ha resistido hambre, persecución y censura, pero también ha aprendido a esperar el momento justo. Ese momento está llegando. El fin del régimen no será una negociación, será una liberación.

Maduro puede seguir mintiendo, puede seguir reprimiendo, pero ya no puede detener lo inevitable: Venezuela despertó, y no volverá a callar.

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